¿Cuántas esponjas de cocina o de baño tiraste durante toda tu vida? Seguramente nunca te lo hayas preguntado.
Toda nuestra vida hemos visto pasar cientos y hasta quizás miles de esponjas por las cocinas y baños de diferentes hogares, pero no fue hasta ahora que me cuestioné cuánto daño le estaba costando al planeta esta práctica que todos tenemos tan arraigada.
Los hábitos que venimos arrastrando de tantos años y que están naturalizados, son los más difíciles de cambiar, pero nunca es tarde; lo importante es que puedas informarte y poder crear tu propio criterio y postura frente a ello.
¿De qué material está hecha la esponja?
La mayoría de las esponjas utilizadas están fabricadas de espuma de poliuretano (o gomaespuma), un material poroso compuesto de polímeros plásticos.
Es decir, que es un material derivado del petróleo que da como resultado un elemento plástico y que además contiene tintes y desinfectantes sintéticos.
Las esponjas NO son reciclables
Por ese motivo, las esponjas no son reciclables. Deben tirarse en el contenedor para restos, aunque lo más recomendable es limitar su uso ya que este objeto no podrá ser transformado en material nuevo. Es importante recordar que los envases en los que se almacenan deberán ir al contenedor adecuado: al azul si son de papel y cartón o al contenedor amarillo si son envases de plástico.
¿Cómo afecta la esponja al medio ambiente?
Cuando las esponjas dicen ser antibacterianas seguramente contengan triclosán, un agente antibacteriano y funguicida.
Un estudio realizado por científicos, nos advierte sobre los posibles efectos tóxicos del triclosán y su persistencia en los sistemas fluviales, ya que el proceso de depuración de las plantas de tratamiento no puede eliminarlo (fuente: Institut Català de Recerca de l’Aigua [ICRA]).
El triclosán es un producto muy común, que las plantas de tratamiento no consiguen eliminar porque sobrevive a la depuración. Por eso es posible encontrarlo en gran parte de nuestros ríos y mares que nos rodean.
La concentración de este producto inhibe la fotosíntesis de las algas de los ríos y con el tiempo los ecosistemas fluviales afectados pueden acabar muriéndose.
¿Nos comemos los Microplásticos?
Estas esponjas con el uso van desprendiendo microfibras que se meten por el desagüe de la pileta de la cocina, pasan los sistemas de filtración de aguas y acaban en los ríos o el mar donde los animales los confunden con comida y lo ingieren, causándoles grandes daños o muriendo.
Ese proceso también provoca que se contamine nuestra cadena alimenticia, ya que si consumimos un pescado que haya comido partículas de plástico, nosotros también lo estaremos haciendo.
Otro punto en este aspecto es que algunos plásticos nunca desaparecen, y terminan como micropartículas dispersas en los océanos, contaminando nuestro planeta y afectando a todos los seres vivos que lo habitan, inclusive a los seres humanos.
Además, las partículas que se desprenden de la esponja, continúan absorbiendo tóxicos y pueden llegar a ser muy contaminantes.
Durabilidad
Si bien este producto puede utilizarse más de una vez, por lo general, solo se aprovechan durante dos o tres semanas antes de desecharlos.
Es decir, que en un mes se tiran una o dos esponjas a la basura.
Alternativa real
Una alternativa que está adquiriendo mucha popularidad por su impacto positivo en el medio ambiente es la Luffa, más conocida como esponja vegetal.

Al ser el fruto seco de una planta es totalmente natural, biodegradable y compostable.
Sirve perfectamente para lavar la vajilla diaria y también puede utilizarse como esponja corporal.
¿Quieres sumar la esponja vegetal a tus hábitos sostenibles?
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